Hojas Preliminares

Resumen

La migración como fenómeno social ha existido a lo largo de la historia de la humanidad; sus causas son multifactoriales; empero, comprende cuatro aristas claramente identificables: origen, tránsito, destino y retorno. Una o más de estas corrientes migratorias pueden estar presentes en el territorio de un Estado, al generar una complejidad para el gobierno en cuanto a la construcción de políticas públicas de atención efectivas. Por ello, los flujos migratorios son vistos por los países como un problema per se, al producir dos efectos naturales: sobrepoblación y despoblación, lo cual conlleva problemas sociales. No obstante, esta visión resulta limitada, al olvidar a su principal protagonista: el ser humano. Tradicionalmente, el hombre fue el único actor en el escenario de la migración; posteriormente se integró la mujer, seguida de los niños, niñas y adolescentes, y más recientemente las personas adultas mayores, todos con diferentes necesidades que exigen una protección integral por parte de los gobiernos ante las violaciones flagrantes de las que son objeto durante su travesía a manos de la delincuencia, común y organizada, las autoridades, y las sociedades de tránsito o recepción. Ello coloca al migrante en un estado de indefensión producto de características como: género, edad, orientación sexual, origen étnico, entre otros. Sin embargo, la vulnerabilidad de los migrantes al día de hoy enfrenta nuevos desafíos como: el clima xenófobo propagado por presidentes de Estados destino como Donald Trump; el surgimiento de sociedades anti-inmigrantes que sostienen la bandera de la identidad nacional; la aparición de nuevas causas de movilidad como el cambio climático, y la existencia de legislaciones y políticas públicas gubernamentales desarticuladas y poco efectivas en la materialización de los derechos humanos de este sector.